
“Érase una casona grande y acogedora en mitad de una hermosa villa de La Rioja: Alfaro…”
Así podría empezar este relato si os fuera a contar un cuento… pero esto no es un cuento, si es caso, quizás una leyenda. Una leyenda con su “héroe”, su “doncella”, sus “villanos” “su tiempo y su lugar determinados”. Una leyenda que ha dejado una huella profunda en el alma de muchas personas y de la que, conforme van pasando las horas, los días, lo años, comprendemos y compartimos cada vez un poco más.
¿Cuál es el lugar?: Alfaro
¿Cuál es el tiempo?: Entre los siglos XVII y XXI
¿Quién es el héroe?: El mismo Dios, o como le gustará llamarlo a nuestra protagonista: “el Buen Jesús”
¿Quién es la doncella?: Madre Esperanza de Jesús Alhama
¿Quiénes son los villanos?: Todos aquellos que se oponen a que el Reino de Dios se haga realidad en este mundo tan amado por Dios.
¿Y cómo se entrelaza todo esto para dar lugar a una leyenda, a una historia que todavía a día de hoy, septiembre del 2014 nos sigue sobrecogiendo?
Allá por los años 1871, y sobre una antigua casona situada en el centro de la ciudad de Alfaro, que el mismo Rey Felipe V visitó en el año 1715 (de esta visita se conservan unas gruesas cadenas situadas frente a la entrada principal), D. Gregorio Sáenz de Heredia manda construir un palacio. Más de ocho años se tardó en construir, ya que las obras se vieron paralizadas varias veces, sobre todo por el asesinato de Prim, el alma del gobiernos provisional del momento, con el apoyo del rey Amadeo de Saboya que se vio obligado a abdicar en 1873.
El palacio se acaba hacia 1880 y su arquitecto fue D. Manuel Sáenz de Heredia, hermano de D. Gregorio.
D. Gregorio con su mujer y sus hijos: Ramón y Casilda, entre otros, habitan el palacio hasta 1886, año en el que deciden trasladar su residencia a Madrid para atender mejor la educación de sus hijos. Volverán al palacio en los años siguientes solo como residencia de verano, o para pasar de vez en cuando, unos días de vacaciones.
Ambos hijos contraen matrimonio con dos personalidades del momento. Casilda contrajo matrimonio con D. Miguel Primo de Rivera, presidente de España durante el reinado de Alfonso XIII, padre de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fundador y líder de la Falange Española. Ramón con Dña. Carmen de Manzanos y Matheu, la Marquesa de Almaguer.
El palacio tiene una fachada dividida en dos partes: la parte de abajo con sillares de piedra y la de arriba de ladrillo caravista, como no podía ser de otra manera en una ciudad que cuenta entre sus riquezas, con una tierra arcillosa de la que los alfareños han extraído durante mucho tiempo la materia prima para los ladrillos y las tejas de sus construcciones. La fachada cuenta con 23 ventanas y 12 grandes balcones alrededor de la puerta principal. En su interior se encuentra una majestuosa escalera de mármol, la galería principal con un gran salón de espejos y los sótanos que tras diversas trasformaciones, en estos momentos se utilizan como comedor escolar. El edificio se conserva en un magnífico estado, muy probablemente debido a que se volvió a habitar en 1931. Desde entonces y hasta nuestros días se han producido en él muchas mejoras.
Pero… ¿qué tiene todo esto que ver con nuestra leyenda?, ¿dónde anda nuestro “héroe”: Dios Padre, creador y seguidor fiel y constante de la historia de cada unos de sus hijos? No tardará en hacerse presente y patente a través de una de sus hijas más dóciles y amantes de su voluntad: Madre Esperanza.
Madre Esperanza nace el 30 de septiembre de 1893 en un pueblo de Murcia, Santomera. Josefa Alhama de bautismo, es la mayor de 9 hermanos y pronto despunta como una niña despierta y espabilada.
A los 21 años sintiendo con profundidad la llamada de su “Héroe”, decide ser religiosa. Tras años de discernimiento, funda la Familia del Amor Misericordioso. Primero las religiosas, en diciembre de 1930, y más tarde, en agosto de 1951 los religiosos. Todos con una MISIÓN muy clara: que todo el mundo conozca a Dios como un Padre Bueno que perdona, olvida y no cuenta y que nos sigue y busca con amor incansable como si no pudiera ser feliz sin nosotros.
Desde esa MISION con mayúsculas van naciendo con mucha rapidez las distintas misiones que hacen realidad esa gran ilusión. Una de ellas, la segunda tras el primer colegio abierto en Madrid, en Alfaro.
Será la esposa de D. Ramón Sáenz de Heredia, la Marquesa de Almaguer, quien se convierta en una de las benefactoras más importantes de M. Esperanza. Una de esas personas que Dios mismo pone en su camino para que su Reino se haga realidad, sobre todo entre los más pobres.
Teniendo conocimiento del palacio construido por su suegro en Alfaro, y sabiendo que lleva ya unos cuantos años vacío, se lo ofrece a Madre Esperanza para que se pueda abrir un colegio en el que los niños y niñas más necesitados de la zona tengan un lugar en el que recibir una sólida educación. Esto último se convertirá en un objetivo casi obsesivo para Madre Esperanza en la España de 1930 con altísimas tasas de analfabetismo, más acuciante en los pueblos y por supuesto, mucho más entre las mujeres.
Así que, en régimen de alquiler, el conocido en Alfaro como Palacio de Heredia, se convierte el 18 de junio de 1931 en el COAMI, un colegio para acoger a niños y niñas de Alfaro y su comarca en el que puedan adquirir una sólida educación para el futuro. Unos años más tarde, la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso, adquirirá el inmueble.
En él vivirá la Madre Esperanza hasta que en 1932 abra el siguiente colegio en Bilbao. A partir de ese momento su residencia ya no será Alfaro pero sí que habrá visitas frecuentes, al menos hasta que se traslade a Roma.
Madre Esperanza vivirá siempre atenta, con la mirada puesta en Dios y en las personas, para salir al encuentro de todos aquellos que la necesiten, primero en España y más tarde en Italia. En 1936, forzada por los acontecimientos y por los “villanos” del lugar, tendrá que trasladar su residencia a Roma, para defenderse de las muchas acusaciones vanas recibidas en estos años contra ella y su Obra.
Años más tarde, con la obra ya consolidada y muchas Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso siguiendo sus huellas para dar a conocer el Amor de Dios por cada uno de sus hijos, surge un gran centro de espiritualidad dedicado al Amor Misericordioso, en un pequeño pueblo en la región de Umbria: Collevalenza.
Allí fallece el 8 del febrero de 1983 con casi 90 años dedicados generosamente a la Misión que Dios mismo le había encomendado tantos años atrás.
Cinco años después de su muerte, comenzó su proceso de Beatificación que se culminó el día 31 de mayo en el Santuario de Collevalenza día en que entre el alborozo de muchos de sus hijos e hijas, y con más de 15.000 personas llegadas desde todos los rincones del mundo, Madre Esperanza fue proclamada Beata.